Pero... ¿Por qué dermatología? I
Al hilo de un comentario de Otto en DeRmatología, me animo a escribir el por qué de mi elección Mir.
Realmente, yo no conocía la Derma en profundidad hasta que la estudié en 5º de Medicina; esto es realmente una lástima, pues entiendo que en muchas facultades se pasa muy por encima sobre ella y no da tiempo a profundizar, pero en la Facultad de Medicina de Santiago, era un buen hueso. Uno de los aspectos que más me motivó al estudiarla fue su enorme campo clínico. Trataré de explicarme: los problemas cutáneos están ahí, todo el mundo puede verlos, pero muy poca gente puede diagnosticarlos con precisión. El abanico de diagnósticos diferenciales es enorme, y a priori, difícil de abarcar, pero tras memorizar las lesiones elementales, saber describir con precisión, y haber visto muchas fotos, las hipótesis diagnósticas fluyen a tu mente de un modo impresionante. Es como saber ver mucho más allá de lo que la mayoría de la gente ve; donde unos ven manchas rojas, un dermatólogo ve lesiones eritemato-descamativas anulares policíclicas, y lo que para muchos es un rash, para un especialista puede ser un eritema multiforme, una toxicodermia, un lupus eritematoso cutáneo crónico... La sensación de comenzar a dominar el diagnóstico es impagable.
Por otro lado, el estudio es agradable, visual, directo. Una vez dominadas las bases (creo que lo conseguiré con el tiempo), los conocimientos se amplian con más y más imágenes. No se descuida la fisiopatología, muy estudiada, por lo que el cientifismo siempre está presente. En cierta medida, a mi la Dermatología me recuerda a la psiquiatría: muy elaborada, estudiada y clasificada, con multitud de entidades y variantes clínicas, con una lista de diagnósticos diferenciales impresionantes... desde luego, suficiente para retozar a gusto toda una vida para poder llegar a dominarla.
A medida que mis conocimientos teóricos aumentaban, me reafirmaba de que las manifestaciones cutáneas abarcan prácticamente todo el espectro clásico de patología: infeccioso, tumoral, manifestaciones cutáneas de enfermedades sistémicas, patologías propias de la piel... Muchos grandes dermatólogos han sido también grandes internistas...
Con el interés ya creado, comencé a informarme... pero ¿qué hace realmente un dermatólogo? ¿cómo es el día a día en su trabajo?. Ahí vino otra agradable sorpresa: No todo es clínica, hay mucha técnica de por medio. Para empezar, es una especialidad médico-quirúrgica, como tradicionalmente lo son oftalmología, ginecología y otorrinolaringología. Esto significa ni más ni menos que combina a partes iguales tratamientos médicos y quirúrgicos realizados por el propio dermatólogo. Siempre pensé que esta era una opción interesante, pues ya que en función de tus gustos y tu experiencia, en el futuro siempre te podrás decantar por una opción u otra. También el número de técnicas, en constante ampliación, es abrumador. Ya solo dominar la fototerapia, la dermatoscopia o el láser puede ser toda una vida profesional. Crioterapia, cirugía microscópica... Pienso que cuanto más variadas sean tus competencias menos lugar para el aburrimiento...
La vocación evidentemente estaba ahí, pero había que madurarla. Los que habéis estudiado el Mir sabéis que el hecho de depender de una nota hace que te lo tomes todo con mucha más filosofía que si realmente pudieras escoger lo que quisieras... pero todavía era pronto para pensar en puestos de elección...
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